Un proyecto cooperativo, agroecológico y autogestionado.
El panorama actual de la agricultura en España viene
determinado por la Política Agraria Común (PAC) que, lejos de ser política, se
convierte en un conjunto de normas y mecanismos sobre el sistema productivo
aislado de su contexto[1].
Abandona la misión de proteger el tejido social y económico rural, crea
desigualdad y dependencia, prioriza las cifras monetarias sobre los criterios
de reparto y fomenta la producción en grandes extensiones agrarias[2],
con la consecuente desaparición de la agricultura familiar, el saber campesino
y la sociedad rural tradicional.
Esta realidad
también afecta a la agricultura ecológica que, pudiéndose establecer como vía
de desarrollo y base de la soberanía alimentaria local, se desvirtúa derivando
la mayor parte de su producción –en aumento constante - hacia exportaciones
europeas. Esto nos hace cuestionarnos los principios de dicha filosofía
agrícola. La agricultura ecológica tiene
una perspectiva agronómica y ecológica, pero no engloba las dimensiones social,
económica, política y cultural. Aunar en
una disciplina estos ámbitos con la agricultura ecológica es lo que pretende la
agroecología. Ésta ofrece un conjunto eficaz de estrategias para diseñar
opciones de manejo sostenible del agrosistema. No se centra sólo en la
producción sino que implica múltiples interacciones y relaciones naturales,
ecológicas, agrícolas, sociales, económicas y culturales[3].
La agroecología intenta revalorizar miles de años de saber campesino que ha
sabido adaptarse a sus ecosistemas naturales creando agroecosistemas
sostenibles en diálogo con la naturaleza. Nosotras/os entendemos la
agroecología como un enlace entre teoría y práctica,
recogiendo todos los aspectos que influyen en la vida de las comunidades
humanas sostenibles.
En un contexto hostil donde priman los criterios económicos y los intereses especulativos, donde el mecanismo de mercado impone cadenas de intermediarios/as que impiden las relaciones directas entre productores/as y consumidores/as y que elevan los precios hasta límites insospechados, donde se ejerce un control exhaustivo sobre los medios de producción, donde se asienta la orden a la ciudadanía de “producir, consumir y callar” y la actitud acrítica se hace dominante, donde se cultiva la insatisfacción, la falta de creatividad, la competencia y la dominación. En y desde este contexto surge el colectivo Bajo el Asfalto está la Huerta (BAH) en el otoño de 1999, cuya actividad principal se centra en un debate político. De estos encuentros surgen varias iniciativas, y una de las que tomó forma, intentando concretar esa unión de teoría y práctica, es nuestra Cooperativa Agroecológica de Producción y Consumo que comenzó en la primavera del 2000, con la ocupación de suelo agrícola público, perteneciente a la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid.
El objetivo de esta ocupación se centraba en reclamar el cultivo ecológico de tierras públicas en desuso y mal gestionadas además de, denunciar la insostenibilidad de la dinámica urbanística, la pésima gestión del suelo agrícola ligada a la especulación y a la privatización de los recursos productivos, la dificultad de acceder a una alimentación sana y la falta de conexión entre la población urbana y su entorno. El gran apoyo de diversos colectivos sociales[4] hizo posible esta ocupación y se consiguió sacar una cosecha aunque, al final, hubo que abandonar la finca debido a que la presión ejercida por el gobierno de la Comunidad de Madrid impedía el buen desarrollo de la actividad productiva (agrícola) y reproductiva de la cooperativa (política, económica y social). Este hecho no impidió que el proyecto siguiera adelante. Nos trasladamos a la vega del río Tajuña, recuperamos tierras de cultivo, bien en régimen de cesión bien en régimen de arrendamiento, y continuamos la actividad en todos sus ámbitos.
Bajo el Asfalto está la Huerta empezó como cooperativa a partir de esta ocupación y a lo largo de casi cuatro años ha ido creciendo y desarrollándose hasta constituir diez grupos de consumo y un grupo de producción agrícola. Esto hace un total de 130 unidades de consumo[5] - que forman 10 grupos de consumo- y 7 puestos de trabajo, repartidos en cinco jornadas y media. Nuestra iniciativa propone un modelo alternativo basado en la autogestión, sustentado en una estructura asamblearia y un funcionamiento horizontal que hace posible la relación directa productor/a - consumidor/a, implicando la participación de todos/as los/as socios/as tanto del colectivo de trabajadores/as como de los diferentes grupos de consumo de distintos barrios, localidades y colectivos (Asociaciones de Vecinos/as, Asociaciones Culturales, Centros Sociales Okupados, etc.) de Madrid que han ido constituyendo y ampliando el proyecto.
Las bases del proyecto para construir la cooperativa
Este modelo alternativo se sustenta sobre una línea ideológica que se ha nutrido a través de los espacios de reflexión que se crean dentro de la propia cooperativa. Nuestra vía para construir relaciones es a través de la cooperación. Existe una investigación y una sensibilidad para determinar cuáles son las necesidades y potencialidades de las personas que conforman la cooperativa. Se establece una base constructiva de comunidad y se refuerzan las relaciones entre productores/as y consumidores/as y entre los diferentes grupos de consumo. Esta relación directa hace que aflore la confianza debido al conocimiento mutuo, y esto posibilita que los/as consumidores/as participen del proceso de cultivo ecológico, sus condiciones y su distribución sin necesidad de sellos oficiales de por medio. Con ello, lo que se pretende es unir intereses comunes en contraposición a la competencia entre producción y consumo característica del mercado actual.
La toma de decisiones se realiza a través del consenso dentro de las asambleas conjuntas de grupos de producción y consumo. El modelo de toma de decisiones viene determinado por un flujo de “propuesta – debate –decisión” entre los diferentes grupos y la asamblea general. Esto implica un mayor esfuerzo personal y colectivo a la hora de acceder y tratar la información para que ésta llegue al mayor número posible de personas para generar, tanto en los grupos de consumo y producción como en las asambleas generales, procesos de debate y conocimiento que posibiliten la horizontalidad y la participación a la hora de tomar decisiones. De esta manera se fomentan las iniciativas individuales y grupales, el espacio de pensamiento crítico y se gestiona la acción de la cooperativa. Esta dinámica asamblearia se ha ido mejorando a través de mecanismos que facilitan la participación, generando un ambiente cordial y de integración donde se refuerce la eficacia de la democracia participativa.
Esta forma de encauzar el camino de la cooperativa abarca los aspectos económicos, de organización social y estructuras de decisión y participación. Se respeta y fomenta la autonomía de los grupos en cuestión de su organización y funcionamiento interno lo que da lugar a una diversidad de implicaciones y composición de personas – en cuanto a experiencia asociativa, edad, ideología y estrato social y económico- que enriquece la cooperativa y aumenta su dimensión relacional.
Los/as cooperativistas - productores/as y consumidores/as- son quienes se ocupan conjuntamente de la gestión del proyecto, tanto en el trabajo productivo (principalmente agrícola) como en el reproductivo (financiación, asambleas, reuniones, organización, etc.) – es decir, el proyecto tiene carácter autogestionario -. De esta forma se elimina la figura de intermediario/a y se evita el encarecimiento de la producción y el desvío de tareas gestoras hacia personas ajenas a la actividad.
Además del reparto de la gestión entre todas/os también la propiedad de los medios de producción y de lo producido en la huerta es colectiva. Todo el mundo recibe la misma cantidad de verduras, hortalizas y legumbre de temporada con frecuencia semanal.
Se cuenta con una fuente principal de ingresos que son las cuotas fijas de los/las socios/as, la cual se apoya también en diversas acciones, tales como cursos de agroecología, venta de camisetas, aportaciones solidarias, etc. Esto denota un reparto del esfuerzo dentro de la cooperativa y así, se mantiene al margen de créditos bancarios y subvenciones estatales y europeas, con lo que evitamos generar una dependencia económica derivada de dichas “ayudas”.
La cuota fija de los/las socios/socias consumidores/as y la asignación mensual de los/as trabajadores/as se fijan por acuerdo consensuado en la asamblea siguiendo el criterio de mantenimiento de la actividad cooperativa. No dependen de precios de mercado ni de la cantidad de producción que se recibe. No existe una relación salarial, ni comercial, sólo se produce para abastecer a la cooperativa. De esta forma abrimos una alternativa económica, a la establecida por el sistema capitalista, construyendo nuevos espacios y relaciones sociales basadas en la corresponsabilidad y evitando que las relaciones entre productores/as y consumidores/as sean de mercado.
Nuestro espacio de acción agroecológica es periurbano. El gran crecimiento de la ciudad que corresponde a una masiva e innecesaria instalación de nuevas infraestructuras (autovías, radiales, pasos elevados, líneas de alta velocidad, etc.), a una explotación indiscriminada de los recursos naturales (graveras del valle del Jarama) y a la construcción de chales y urbanizaciones en el entorno periurbano, juega con una especulación atroz del suelo que hace prácticamente imposible la adquisición de terrenos para dedicarlos a la agricultura. Existe una desaparición creciente de zonas agrarias y una degradación ambiental y paisajística de áreas de gran valor ecológico alrededor de Madrid.
No queremos pasar por alto todo esto, por ello combinamos la acción urbana con la periurbana creando lazos entre el campo y la ciudad a través de la integración de la cultura local de los pueblos del Valle del río Tajuña y el saber de sus agricultores/as en nuestras prácticas agrícolas, colaborando en el tejido social de la zona y uniéndonos a campañas vecinales contra la construcción de centrales térmicas en las cercanías. Existe un intento por trabajar en una línea que evite subordinar el campo a la ciudad. No queremos considerar el campo como un espacio de extracción de recursos naturales para la ciudad, ni como un sumidero de desechos, ni como un lugar de turismo y ocio. La pretensión es construir relaciones sólidas y equilibradas y una comunidad sostenible social y ambientalmente. Es un reto difícil pues todos/as nosotros/as venimos de un universo urbano, con unos ritmos y formas de planteamiento muy diferentes a las de la gente de la comarca. Somos conscientes de la dificultad y aún nos queda mucho por reflexionar y hacer en el ámbito de las relaciones entre campo y ciudad.
Las prácticas agrícolas que se realizan para mantener las huertas se componen de técnicas de agricultura ecológica. Se establece un sistema de producción que excluye el uso de fertilizantes sintéticos, hormonas y plaguicidas. En la medida de lo posible, nos basamos en el mantenimiento de la productividad del suelo y su estructura, el control de los insectos, adventicias o “malas hierbas” y otras plagas, la rotación y la asociación de cultivos, la aportación de nutrientes a las plantas a través de abonos animales y abonos verdes, el mantenimiento de la diversidad genética, etc.
Nuestro proyecto tiene un claro papel en la formación de tejido y movimiento social ya que creamos estructuras relacionales, de pensamiento y acción. Gran parte de los/as socios/as, más del 70%, participan de otros colectivos y asociaciones lo que conlleva bastante transversalidad de luchas y reivindicaciones sociales. Nuestra actuación tiene carácter local y cotidiano y, aunque la mayor parte de los esfuerzos van dirigidos a desarrollar y estabilizar dicha actuación, también nos movemos en acciones reivindicativas más globales de ámbito estatal, europeo y mundial.
Funcionamiento y espacios de participación
A la hora de unir teoría y práctica agroecológicas nos vemos inmersos/as en un proceso constructivo de organización y estructura que refleje los principios enunciados. Este proceso lleva implícita una reconsideración del paradigma social actual y una transformación del mismo. Fritjof Capra[6] define el paradigma social como “ una constelación conceptos, valores, percepciones y prácticas compartidas por una comunidad, que conforman una particular visión de la realidad, la cual a su vez, es la base del modo en que dicha comunidad se organiza”. Esta definición se ajusta bastante a nuestro recorrido organizativo y cuyo resultado es la propia vida de la cooperativa y su complejidad actual.
Los/as cooperativistas de Bajo el Asfalto está la Huerta nos asociamos por un interés común, autogestionar parte - de momento- de nuestra alimentación. Empezamos entonces, por verduras y hortalizas de temporada cultivadas bajo principios agroecológicos. Para ello conseguimos poner en marcha huertas ecológicas cuya propiedad y gestión son colectivas.
El reparto y la distribución de la verdura se realizan a través de lo que denominamos el Sistema de Bolsas. La “bolsa” es un lote de verdura resultado de la división, en partes iguales, de la producción semanal entre todas las unidades de consumo. Dependiendo de la temporada, los productos varían así como su cantidad. En invierno, debido a la menor productividad, para completar la cesta alimenticia, se incluyen productos almacenados de cosechas anteriores. La distribución, hasta los diferentes locales de los grupos, la realizan los/as propios/as trabajadores/as y el punto de reunión y distribución de la verdura es el Centro Social Okupado Seco[7].
Uno de los espacios de reflexión, pensamiento y discusión es el Plenario. Se celebra dos veces al año y se plantean y deciden asuntos de índole política, sobre la línea del proyecto y la trayectoria de la cooperativa.
El lugar común de encuentro más atractivo para los/as cooperativistas es el Domingo Verde. Cada segundo domingo de mes nos citamos en la huerta. Compartimos trabajos hortícolas, una estupenda comida colectiva y un espacio de conocimiento interpersonal que facilita la cercanía, la confianza y el fortalecimiento de las relaciones de los/as miembros de la cooperativa. Es un mecanismo de participación donde los/as consumidores/as se familiarizan con unas técnicas agrícolas que garantizan la seguridad de estar consumiendo productos absolutamente naturales, con el uso de tratamientos de agricultura ecológica para el manejo de plagas y enfermedades y de cuyas condiciones, proceso de cultivo y de distribución adquieren perfecto conocimiento.
Durante el otoño del 2002 se creó un grupo de Investigación- Acción Participativa (IAP) para realizar un diagnóstico de la cooperativa. La metodología empleada fue sistematizada en encuestas individuales y entrevistas grupales donde se tocaban, en especial, los temas relativos a la participación y la toma de decisiones. Se identificaron las motivaciones de participación en el proyecto, las perspectivas reales de los/as socios/as, los conflictos en la comunicación y el sentir general de la marcha de la cooperativa. Este trabajo nos dio mucha información sobre el estado del proyecto y nos indicó donde era necesario intervenir para la mejora del proceso evolutivo del BAH. Sin embargo, no se abordaron todos los temas. Uno de los asuntos pendientes de diagnóstico es la cuestión de género y su influencia en la construcción política y estructural del proyecto.
Dos herramientas de difusión de la información y canales de expresión son el boletín interno El Berenjenal y el Área Telemática, que comprende un portal en Internet, una página Web http://bah.ourproject.org y listas de correo internas.
Desarrollo futuro a
corto/medio plazo del proyecto BAH
La apuesta es
por no crecer en número, buscar la estabilidad del proyecto y asentar las
estructuras participativas, comunicativas y asamblearias. A grandes rasgos
podemos decir que estamos trabajando para
impulsar un desarrollo interno basado en la formación encaminada tanto a
la práctica agroecológica como a la mejora de participación en la gestión de la
cooperativa; encontrar espacios de actividad política en línea con los
movimientos sociales con los que nos identificamos; ampliar nuestra
participación en el Centro Social Seco; asentar la producción ecológica en
cantidad y variedad; introducir nuevos productos en la cesta alimenticia a
través de asociaciones con otros/as productores/as o cooperando con otros
proyectos; mejorar las condiciones de trabajo, aportando más asignación y cubriendo
otras necesidades como el transporte, parte de la alimentación y la gestión de
la salud comunitaria a través de medicina natural; apoyar la expansión del
proyecto BAH a través de la multiplicación de núcleos con similar modelo
agroecológico.
Creando red y coordinación entre proyectos
Bajo el Asfalto está la
Huerta no es un proyecto aislado ni pretende serlo. Todo lo contrario. Aboga
por la colaboración con otras iniciativas convergentes y trabaja para crear
lazos de cooperación agrícola, política, social y alimenticia. Vinculados al
BAH nos encontramos proyectos de autoempleo que proporcionan a muchos/as
socios/as pan ecológico, yogur, repostería y otros alimentos elaborados. Varios
grupos de consumo pertenecen a la Red de Grupos Autogestionados de Consumo de
Madrid, con la que compartimos la distribución y transporte de los
productos, que provee de gran variedad
de alimentos a través de relaciones directas entre productores/as y
consumidores/as. También colaboramos con otras cooperativas de naturaleza
parecida, como Surco A Surco (La Iglesuela, Toledo), con los que compartimos
recursos y actividades, y estamos impulsando una cooperativa de 2º grado con
ésta y otras iniciativas cercanas a Madrid para proveernos de forma
autogestionaria de productos de secano (principalmente legumbre y cereal). Y
por supuesto, participamos en todo tipo de foros y campañas por la difusión de
la Agroecología y la Ecología Social, y en contra de la Globalización
Capitalista, tanto dentro como fuera del estado español.
Constantemente aparece gente
deseosa de integrarse en la cooperativa, pero desde hace año y medio se fijó un
número máximo de cooperativistas para conservar efectivamente el carácter
asambleario y participativo de la organización. Por ello se derivó gente y se
apoyó al desarrollo de otras iniciativas como Surco A Surco.
Cuando se han dado las
circunstancias favorables y ha habido suficientes ganas y energías, desde el
BAH se está impulsando la formación de otro BAH en San Martín de la Vega/Morata
de Tajuña. Apostamos por reproducir el modelo propuesto manteniendo los
principios básicos agroecológicos, el ideario político y las estructuras de
funcionamiento con nuevos grupos de consumo y de producción, de forma
coordinada y en estrecha relación.
Cinco personas cultivan
ya las 2 hectáreas de huerta de la nueva cooperativa, que espera empezar a
cosechar a principios de marzo de 2004. Éste es el grupo de San Martín/Morata
formado por gente relacionada previamente con el BAH. Se ha constituido,
además, un grupo promotor del proyecto, que se reúne mensualmente y que incluye
a trabajadores/as y a futuros consumidores/as; y que está impulsando la
creación de grupos de consumo, la financiación, la difusión y todas aquellas
tareas relativas a la puesta en marcha de la nueva cooperativa. Se están
formando ya grupos de consumos en diversos barrios y pueblos de Madrid.
Si te interesa
la iniciativa y quieres participar en este proyecto ahora es el momento de
incorporarte. Multiplica la acción, trabaja desde la agroecología y reconstruye
un cambio social y económico desde una actuación local, cotidiana y vivencial.
Bajo el Asfalto está la Huerta
de San Martín/ Morata.
[1] Grupo de Seillac, 1993.
[2] Las subvenciones unitarias a la producción (por UTA) se han triplicado, cuadruplicado y quintuplicado para las explotaciones de mediana, grande y muy grande dimensión económica, en los últimos años.
Agricultura Familiar en España. Madrid. Fundación de Estudios Rurales. 2003.
[3] Labrador, J., Altieri, M. (Coords.). Agroecología y Desarrollo. Madrid. Ediciones Mundi-Prensa, 2001.
[4] Más de 30 organizaciones de todo tipo, de ámbito local o estatal, entre ellas la Plataforma Rural, CGT, Ecologistas en Acción, e incluso CCOO firmaron el proyecto que se presentó a la Comunidad de Madrid en el momento de la ocupación para desarrollar en la finca.
[5] Una Unidad de Consumo puede ser una familia, una vivienda compartida o personas que viven solas. Implica el consumo de un lote equitativo de verduras, hortalizas y legumbre y la aportación de una cuota.
[6] Capra, F. La trama de la vida. Barcelona. Anagrama, 1998, p.27.
[7] Centro Social Okupado Autogestionado donde se ha centrado durante estos 4 años la actividad de la cooperativa.