Mi primer domingo Verde acabó siendo multicolor

Llevaba años prometiéndole a Nicola que me tenía que unir al BAH. Y por unas cosas o por otras, o por excesos nocturnos siempre me acababa rajando. No sé ni cuantas excusas inverosímiles le puse ya para no madrugar un domingo... No había manera de engancharme incluso teniendo en cuenta que no iba de primeras porque ya os conocía de concentraciones en Sol desde el 15M. Así fueron pasando días, meses, incluso años... Hasta este invierno, que harto de ser incoherente me dije, pa’alante... hoy voy...

Así empezó un día GRIS, de esos maluchos que no apetece salir a la calle, !menos aún un domingo por la mañana! Hicimos una parada técnica en casa de Matías, donde desayunamos un bizcocho riquísimo de Diego. Fuimos a recoger la furgoneta BLANCA y las herramientas a la Veguilla donde me quedé prendado de la finca, sus habas, puerros, acelgas, espinacas, grelos... daban el tono VERDE a ese domingo.

Jorge dijo que era un día malo para empezar porque tocaba recoger abono... A lo que Nicola respondió con entusiasmo que llevaba mucho tiempo esperando ese día... Así que con ese derroche de optimismo nos calzamos el buen humor de Nicola, las botas, los guantes, y los rastrillos, llegamos a la finca de la Jacinta... Una mujer maravillosa de esas que quedan pocas... Parecía que en vez de la meseta castellana llegásemos a la estepa de Mongolia. Una montaña de calabazas NARANJAS y unos chamizos donde las ovejas descansaban sobre la paja calentita, se protegían del suave chirimiri e incubaban nuestro preciado abono ecológico.

Y ahí empezó el festival de tonos MARRONES sobre AMARILLO de la paja. Y pala a pala fuimos rellenando sacos y sacos de nutrientes para la huerta. Vamos, dos pedazo de furgonetas cargadas hasta arriba de un montón de caca de oveja.. Los sacos sudaban PARDO... Todo esto que cuento puede levantar alguna mala cara pensando en el olor, pero lo cierto es que tuve un flashback a mi infancia... algunos me oíais decir incoherencias.... En las casas de mis abuelas íbamos cada mañana al corral a ordeñar las cabras para poder desayunar, y esos olores se le quedan a uno asociados a la infancia... Esa mañana tuve un festival de recuerdos de la vida en el campo a través del olor de las ovejas de la Jacinta. Y me hicieron pensar sobre qué significa vivir en las ciudades donde uno olvida los ciclos naturales... Un proceso WinWin tan simple en el que tanto hortelano como pastores ganan considerando los excrementos un material valioso. Las ciudades modernas nos hacen obviar la necesidad de mantener el metabolismo entre el ser humano y la naturaleza, al pensar que depositar la basura en un contenedor para luego quemarlo resuelve el problema... Tengo que reconocer que para mí fue aún más, WINWINWIN, porque me reconcilié en una sola mañana con un modo de vida olvidado a fuerza de vivir la fractura que generan las ciudades con el campo.

Además de todo esto, en el tiempo de espera entre furgoneta y furgoneta, la Jacinta y el Cheri nos agradecieron el esfuerzo con vino BLANCO, embutidos y queso que después del trabajo quitaban el hipo... ñam ñam... todavía queda pendiente devolverles el almuerzo... vamos una maravilla de día... Lo de las galletas de chocolate que se cayeron en la mierda, fue una anécdota de la que mejor no hablamos, no vaya a ser que alguno vomite sólo de recordarlo...

En fin, que ese domingo VERDE estuvo a la altura de las expectativas que creó Nicola... la Veguilla, la Jacinta, el estiércol y vuestra compañía me conquistaron..., así fue como a través de los recuerdos, una montaña marrón se transforma en multicolor...

@iritxi